La industria de hidrocarburos ha evolucionado en escenarios cada vez más extremos. Perforar en tierra firme y hacerlo a más de 1,500 metros bajo el mar no solo exige tecnologías distintas, sino también una mentalidad operativa radicalmente diferente.
En tierra firme, los retos operativos son más predecibles. El acceso a los pozos, la logística de materiales y el movimiento de personal se realiza con mayor facilidad. Las perforaciones terrestres permiten una supervisión directa, mejor control de costos y mayor velocidad en la toma de decisiones. Sin embargo, también enfrentan restricciones medioambientales y sociales que exigen sensibilidad y cumplimiento normativo riguroso.
En contraste, las operaciones offshore en aguas ultraprofundas implican una complejidad técnica formidable. A más de 1,500 metros de profundidad, la presión hidrostática es extrema, las condiciones climáticas pueden volverse hostiles y la intervención humana directa es casi imposible. Todo debe hacerse mediante tecnología remota de alta precisión, como robots submarinos (ROVs), sistemas de posicionamiento dinámico y estructuras flotantes altamente especializadas.
Además, el margen de error en aguas profundas es mínimo. Una falla puede representar pérdidas millonarias y daños ecológicos severos. Por ello, la seguridad, la ingeniería de precisión y la integración de sistemas de monitoreo en tiempo real son fundamentales.
En Grupo Industrial Durandco, comprendemos que el éxito en ambos frentes —onshore y offshore— requiere excelencia técnica, compromiso con la seguridad y una cultura de mejora continua. Por eso, nos especializamos en soluciones integradas que responden a los desafíos de cada entorno, contribuyendo al desarrollo energético sostenible de México.